La película más impresionante sobre Napoleón tiene casi 100 años de antigüedad y dura 5 horas: "Fue la mejor experiencia que he tenido en un cine"

La película más impresionante sobre Napoleón tiene casi 100 años de antigüedad y dura 5 horas: "Fue la mejor experiencia que he tenido en un cine"

Una cinta apabullante que innovo con técnicas espectaculares que siguen siendo relevantes en la actualidad

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Napoleon 1927 Abel Gance

La inmersión de Ridley Scott en la figura de Napoleón Bonaparte ha sido objeto de esperable controversia. A su visión personal de las figuras históricas se ha unido su habitual tono faltón e incorrecto que le ha llevado a ser el enemigo público de historiadores y otros adoradores irredentos de los hechos por encima del arte. Tengan razón o no, la realidad es que 'Napoleón' no consigue ser el retrato definitivo del emperador de Francia, aunque se puede cuestionar si es en realidad lo que busca.

Tampoco es un drama si no lo es. Hablamos de una de las figuras más representadas en la historia del cine, la que más hasta hace bien poco, y hasta eventos ocurridos durante su lucha global han merecido su propia película. Hay una infinidad de obras entre las que elegir para decidir cuál es la película napoleónica definitiva. Algunas se han luchado muy seriamente para conseguirlas, como la imponente película que Abel Gance estrenó en 1927.

Como muchos otros clásicos mudos de la época, el 'Napoleón' de Glance existe en la actualidad como una versión incompleta con respecto a lo que se pudo ver en su momento. Las 9 horas de duración original fueron reducidas debido a la pérdida de negativo original que no pudo ser restaurado para realizar la mejor copia posible, que se extiende a las 5 horas. Aun así, esta versión contiene algunas de las secuencias más impresionantes de la historia del cine, volviéndose una pieza influyente en muchos aspectos.

En búsqueda de 'Napoleón'

La propia historia de cómo se llevo a cabo la restauración es tan fascinante como la del propio Bonaparte. El británico Kevin Brownlow, siendo todavía un estudiante, estaba un día husmeando en la biblioteca entre bovinas de películas francesas, que despertaban su curiosidad en aquella época. Ahí los responsables le prestaron una que incluía metraje sobre Napoleón y la revolución francesa, por lo que asumió que se trataría de un film educativo cualquiera. Se lo puso igualmente, sin saber que lo que iba a ver era una de las películas más épicas posibles.

Brownlow se dio cuenta de que sólo disponía de dos bobinas de lo que parecía una colección de seis pensada para exhibición doméstica. Ahí empezó su particular odisea por tener en sus manos todo el metraje posible de esa obra, motivada por un temprano encuentro con Abel Gance tras escribirle una carta. El cineasta francés, director por aquel entonces de la Cinemateca Francesa, quedó conmovido al ver que un joven inglés había mostrado interés en su película, así que se dirigió al Instituto de Cine Británico para un encuentro inesperado (el propio Kevin Brownlow iba a realizar un examen cuando se le notificó que un celebre cineasta quería conocerlo).

Ya adulto y dedicado plenamente a la historia del cine, Brownlow hizo su particular misión recuperar la mejor versión posible de esa película que le asombró de joven. Una proyección en 1968 en el Odeon Leicester Square durante un festival fue clave para ello, ya que el director George Dunning le habló sobre la práctica habitual de copiar el metraje de la película, aunque devolviesen el original a Francia. El restaurador procedió a contactar y visitar todas las filmotecas y salas que la hubieran proyectado, en búsqueda de metraje diferente al de las otras copias disponibles para hacer la restauración en 35mm.

Las constantes visitas para reclamar bovinas hizo que Brownlow se ganase una reputación en la Cinemateca Francesa, llamándole "le voleur" (el ladrón) por su afán en apilar copias. Pero finalmente se salió con la suya, porque todo lo que encontraba se iba acercando a la visión original de Gance. Cuando terminaron su copia de casi cinco horas, se la mostraron a Gance antes de proyectarla en el festival de Telluride. En un principio, el cineasta francés se quedó confuso y contrariado, creyendo que le estaban mostrando un documental que iban a hacer pasar por la restauración, pero realmente era una versión pulida de su película.

Su copia fue exhibida en los cines ingleses, mientras que Francis Ford Coppola se encargó de la distribución en Estados Unidos a través de su American Zoetrope, realizando un nuevo trabajo de edición y creando una nueva banda sonora por parte de Carmine Coppola a partir de la restauración. La proyección fue un éxito total, dejando asombrados a los espectadores allí presentes. Brownlow afirma que todavía hay gente que le cuenta cómo ver 'Napoleón' fue: "la mejor experiencia que he tenido en un cine".

Imágenes demasiado grandes

Napoleon 1927 Polyvision

A ello contribuyó impresionantes secuencias donde Gance experimenta con los movimientos de cámara, colocándola en soportes inusuales como caballos, probando ángulos para reflejar los puntos de vista. El montaje también proporcionaba momentos de innovación, con pantallas divididas, imágenes caleidoscópicas, cortes rápidos, superposiciones y otros efectos visuales que realzaban las secuencias más personales o las más épicas. Aunque nada estaba a la altura del famoso tríptico, que agrandaba la imagen de tal manera que el compositor Carl Davis se quedó petrificado del susto, creyendo que ningún instrumento a su disposición iba a estar a la altura de semejante magnitud (luego procedió a buscar el órgano más grande posible para la banda sonora).

El tríptico es una monumental secuencia realizada a través de la técnica de Polyvision, que Gance ideó para estar a la altura de la épica de la historia. La intención original era usarla para toda la película, pero finalmente se la reservó para un impactante final donde la imagen literalmente se triplica, pasando a proyectar tres imágenes dispuestas de manera horizontal (tres imágenes en ratio 1:33:1, que unidas pasaban a ser un 4:00:1). Para redondear la pirueta, dos de las imágenes proyectas eran tintadas en determinados momentos para mostrarse en colores azul y rojo, intentando imitar así la bandera francesa con la imagen completa.

Fue un increíble logro que rompió esquemas por completo en su momento, al no haber presenciado antes una película que pudiera hacerse inmensa de esa manera. A los pocos años los estudios estadounidenses experimentarías con la pantalla panorámica, y en 1953 se intentaron aproximar a la imponente escala de Gance con el Cinemascope. Muchas más décadas después, en la actualidad, nos quedamos impresionados con el mismo fenómeno de agrandar la imagen a través de la tecnología IMAX. El mayor sinónimo del espectáculo hoy día fue ideado hace casi 100 años, lo cuál muestra el carácter inmortal de esta 'Napoleón'.

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