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¿Puede haber algo más inocente, entrañable, conmovedor, azucarado (y sí, un poco ñoño) que un capítulo de ‘Heidi’? Es una de esas series que se revalorizan con el tiempo. Porque, al volverlas a ver, nos reafirmamos en la idea de que, sin duda, vivimos un momento televisivo único en cuanto a contenidos infantiles. Por eso hoy quiero rendirle un merecido homenaje en forma de Nostalgia TV a esta mítica serie de animación japonesa sobre una niña suiza que se fue a vivir a los Alpes y conquistó el corazón de su abuelito gruñón y el de millones de niños.
El famoso personaje de Johanna Spyri
La serie está basada en el libro infantil de finales del siglo XIX, de la autora suiza Johanna Spyri (Juana para nosotros). De la obra se han hecho múltiples versiones y homenajes, prácticamente en todos los géneros y formatos, desde películas hasta un musical, pasando por el cómic. Pero ‘Heidi’ (1974), fue la primera creación de animación basada en esta historia y la que la convirtió a la pequeña Adelaida, Copito de Nieve o Pitchí en recuerdos comunes de una memoria colectiva internacional. Curiosamente, España fue el primer país en emitir la serie, tras su exitoso estreno en Japón.
Con Hacia la montaña se iniciaba este relato en 52 capítulos de la historia del personaje más adorable que haya parido el anime. Forma pareja indivisible en el recuerdo con Marco, al menos para esa primera generación que la vio en TVE, con la emisión de 1975, dentro del programa contenedor ‘Un globo, dos globos, tres globos’. El resto la vivimos a través del recuerdo de los hermanos mayores y las posteriores reposiciones (se volvió a emitir en TVE en 1987 y, ya en los 90, en las cadenas autonómicas). La vivimos, pero también la sufrimos. Porque Heidi era, sin duda, una serie de lágrima fácil.
Un dramón en tres actos
Para empezar, hablamos de una niña que pierde a sus padres con sólo un año, quedándose al cuidado de su tía (en el primer capítulo, también nos insinúan que ha tenido antes otros hogares). Cuando ésta no puede hacerse cargo de ella, la lleva a vivir con su abuelo que se nos presenta como un hombre huraño y temido por todos sus vecinos de la pequeña aldea de Dorfli (que, en realidad, eran como un ‘Sálvame’ suizo). El abuelo (a partir de ahora, abuelito) vive en lo alto de la montaña, alejado de la sociedad, dedicado a sus quesos, sus tareas de carpintero y su vida contemplativa. El abuelito, Pedro el cabrero y los animales serán los únicos con los que Heidi comparta sus días.
Pero la llegada de la niña de sonrosadas mejillas y alegre carácter supone un soplo de aire fresco en la vida del antisocial Viejo de Los Alpes, al tiempo que Heidi aprenderá a apreciar su vida en las montañas. Tanto es así, que cuando se ve obligada a trasladarse a Frankfurt para convertirse en señorita de compañía de una niña inválida (segundo acto) ‘Heidi’ se convierte en un auténtico melodrama y las tramas provocan un tremendo bajón: la estricta y enjuta señorita Rottenmeier que odia hasta a los cachorros, la nostalgia de los Alpes que acaba casi llevando a una niña de cinco años al borde de la depresión, la dura vida de Clara, una niña impedida, triste y solitaria, la visión de los panecillos blancos para la abuela ciega de Pedro en el suelo, mientras a Heidi se le ponen los ojos vidriosos…
Suerte que tuvieron a bien para el tercer acto que Heidi volviera a ser feliz, ya de regreso en las montañas y con Clara andando. Después de todo, los personajes habían evolucionado: el abuelito se hizo mucho más sociable y sus vecinos descubrieron que era un hombre de gran corazón, Heidi se convirtió en la niña de Los Alpes, Clara conseguía volver a andar, gracias al aire puro de las montañas y a las sesiones de rehabilitación… Hasta la Srta. Rottenmeier acababa ablandándose. Pero hasta llegar a ese momento, pasamos por otros tantos de auténtica tragedia . Recuerdo entre los momentos más tristes la desaparición de Pitchí, el pajarito que Heidi adopta y que acaba migrando con sus congéneres “a tierras más cálidas”, dejándola desolada.
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Heidi, un espíritu libre
Revisionando hoy la serie, con ojos de adulta, no puedo evitar hacer una nueva lectura, siendo mucho más consciente de todo lo que aportaba el personaje. Si hace unas semanas os contaba que ‘Los Diminutos’ me parecían de lo más punk, considero que Heidi tiene mucho de hippie. Es más: si Heidi fuera real, y adulta, probablemente militaría en Greenpeace. Y es que, si hay un valor que la serie transmite, por encima de todos (sí, es una de esas series de valores), es el amor por la naturaleza. Heidi es, además, una amante empedernida de los animales, ya sean mariquitas, gorriones o cabras. Los animales eran tan protagonistas y estaban tan definidos como el resto de personajes.
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‘Heidi’ nos presentaba casi una alternativa de vida: andar descalzo por el prado, alimentarte a base de pan moreno y queso, dormir en una cama de heno y despertarte con el trinar de los pájaros en lugar de un politono… Todo ello en un paisaje idílico, que, en el transcurso de los 52 capítulos, el paso de las estaciones va transformando. A través del Abuelo y de Pedro, Heidi aprende a leer las señales en la naturaleza: cuándo las nubes traerán tormenta, cómo encontrar la hierba olorosa que hace que las cabras den más leche, cómo se interpreta El Susurro de los Abetos o cómo saber la hora por la posición del sol. Por eso, durante su estancia en la casa de Clara, su mente viajaba libre hasta aquellos parajes, mientras la señorita Rottenmeier trataba inútilmente de ilustrarla con aburridas y pesadas lecciones. Lo que os decía, un espíritu libre.
Ficha Técnica: Heidi
¿Puede haber algo más inocente, entrañable, conmovedor, azucarado (y sí, un poco ñoño) que un capítulo de ‘Heidi’? Es una de esas series que se revalorizan con el tiempo. Porque, al volverlas a ver, nos reafirmamos en la idea de que, sin duda, vivimos un momento televisivo único en cuanto a contenidos infantiles. Por eso hoy quiero rendirle un merecido homenaje en forma de Nostalgia TV a esta mítica serie de animación japonesa sobre una niña suiza que se fue a vivir a los Alpes y conquistó el corazón de su abuelito gruñón y el de millones de niños.
El famoso personaje de Johanna Spyri
La serie está basada en el libro infantil de finales del siglo XIX, de la autora suiza Johanna Spyri (Juana para nosotros). De la obra se han hecho múltiples versiones y homenajes, prácticamente en todos los géneros y formatos, desde películas hasta un musical, pasando por el cómic. Pero ‘Heidi’ (1974), fue la primera creación de animación basada en esta historia y la que la convirtió a la pequeña Adelaida, Copito de Nieve o Pitchí en recuerdos comunes de una memoria colectiva internacional. Curiosamente, España fue el primer país en emitir la serie, tras su exitoso estreno en Japón.
Con Hacia la montaña se iniciaba este relato en 52 capítulos de la historia del personaje más adorable que haya parido el anime. Forma pareja indivisible en el recuerdo con Marco, al menos para esa primera generación que la vio en TVE, con la emisión de 1975, dentro del programa contenedor ‘Un globo, dos globos, tres globos’. El resto la vivimos a través del recuerdo de los hermanos mayores y las posteriores reposiciones (se volvió a emitir en TVE en 1987 y, ya en los 90, en las cadenas autonómicas). La vivimos, pero también la sufrimos. Porque Heidi era, sin duda, una serie de lágrima fácil.
Un dramón en tres actos
Para empezar, hablamos de una niña que pierde a sus padres con sólo un año, quedándose al cuidado de su tía (en el primer capítulo, también nos insinúan que ha tenido antes otros hogares). Cuando ésta no puede hacerse cargo de ella, la lleva a vivir con su abuelo que se nos presenta como un hombre huraño y temido por todos sus vecinos de la pequeña aldea de Dorfli (que, en realidad, eran como un ‘Sálvame’ suizo). El abuelo (a partir de ahora, abuelito) vive en lo alto de la montaña, alejado de la sociedad, dedicado a sus quesos, sus tareas de carpintero y su vida contemplativa. El abuelito, Pedro el cabrero y los animales serán los únicos con los que Heidi comparta sus días.
Pero la llegada de la niña de sonrosadas mejillas y alegre carácter supone un soplo de aire fresco en la vida del antisocial Viejo de Los Alpes, al tiempo que Heidi aprenderá a apreciar su vida en las montañas. Tanto es así, que cuando se ve obligada a trasladarse a Frankfurt para convertirse en señorita de compañía de una niña inválida (segundo acto) ‘Heidi’ se convierte en un auténtico melodrama y las tramas provocan un tremendo bajón: la estricta y enjuta señorita Rottenmeier que odia hasta a los cachorros, la nostalgia de los Alpes que acaba casi llevando a una niña de cinco años al borde de la depresión, la dura vida de Clara, una niña impedida, triste y solitaria, la visión de los panecillos blancos para la abuela ciega de Pedro en el suelo, mientras a Heidi se le ponen los ojos vidriosos…
Suerte que tuvieron a bien para el tercer acto que Heidi volviera a ser feliz, ya de regreso en las montañas y con Clara andando. Después de todo, los personajes habían evolucionado: el abuelito se hizo mucho más sociable y sus vecinos descubrieron que era un hombre de gran corazón, Heidi se convirtió en la niña de Los Alpes, Clara conseguía volver a andar, gracias al aire puro de las montañas y a las sesiones de rehabilitación… Hasta la Srta. Rottenmeier acababa ablandándose. Pero hasta llegar a ese momento, pasamos por otros tantos de auténtica tragedia . Recuerdo entre los momentos más tristes la desaparición de Pitchí, el pajarito que Heidi adopta y que acaba migrando con sus congéneres “a tierras más cálidas”, dejándola desolada.

Heidi, un espíritu libre
Revisionando hoy la serie, con ojos de adulta, no puedo evitar hacer una nueva lectura, siendo mucho más consciente de todo lo que aportaba el personaje. Si hace unas semanas os contaba que ‘Los Diminutos’ me parecían de lo más punk, considero que Heidi tiene mucho de hippie. Es más: si Heidi fuera real, y adulta, probablemente militaría en Greenpeace. Y es que, si hay un valor que la serie transmite, por encima de todos (sí, es una de esas series de valores), es el amor por la naturaleza. Heidi es, además, una amante empedernida de los animales, ya sean mariquitas, gorriones o cabras. Los animales eran tan protagonistas y estaban tan definidos como el resto de personajes.

‘Heidi’ nos presentaba casi una alternativa de vida: andar descalzo por el prado, alimentarte a base de pan moreno y queso, dormir en una cama de heno y despertarte con el trinar de los pájaros en lugar de un politono… Todo ello en un paisaje idílico, que, en el transcurso de los 52 capítulos, el paso de las estaciones va transformando. A través del Abuelo y de Pedro, Heidi aprende a leer las señales en la naturaleza: cuándo las nubes traerán tormenta, cómo encontrar la hierba olorosa que hace que las cabras den más leche, cómo se interpreta El Susurro de los Abetos o cómo saber la hora por la posición del sol. Por eso, durante su estancia en la casa de Clara, su mente viajaba libre hasta aquellos parajes, mientras la señorita Rottenmeier trataba inútilmente de ilustrarla con aburridas y pesadas lecciones. Lo que os decía, un espíritu libre.

El famoso personaje de Johanna Spyri

- Título Original: アルプスの少女ハイジ
- Género: Anime
- Cadena: Fuji TV
- Emitida en España: TVE
- Disponibilidad DVD: Serie completa
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Título Original: アルプスの少女ハイジ
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Género: Anime
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Cadena: Fuji TV
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Emitida en España: TVE
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Disponibilidad DVD: Serie completa
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En ¡Vaya Tele! | Nostalgia TV
Ver 15 comentarios
15 comentarios
muchocine
Soy el único al que le daba hambre ver al abuelo hacer queso?
El Señor Lechero
El clásico del anime, de antes de que supiéramos quién era Hayao Miyazaki. Ésta y Marco eran series que veía todo Eru, en unos tiempos en los que la segunda correa no llegaba a todas partes. Después de cuarenta años sigue siendo recomendable para cualquier generación. Yo la vi con dos o tres años y luego mis sobrinas a esa misma edad. Eso sí, menudos dramones.
malo
Pepe Colubi criticaba mucho en su libro "La tele que me parió" que el abuelo de Heidi era un vago, que no hacía nada. Pero vista la serie en Canal Sur 2, practicamente no paran de repetirla, se puede comprobar que no, que el abuelito siempre está atareado, haciendo quesos, bajar al pueblo a venderlos, trabajando la madera, arreglando la casa,... No sé a qué se debe ese falso recuerdo. En fin, los tiempos cambian y Heidi y los suyos ya no son lo que eran. Aquí tenéis los nuevos tiempos de éstos añorados personajes. :) http://elanchocielo.blogspot.com.es/2012/04/heidi.html
unffaced
a mi m ha marcado tanto que hice un cumpleaños monotematico de heidi cuando cumpli 25
mi abuela aun llora cuando la ve por la tele
Ferran Luengo
Increible. Ni una sola mención a Hayao Miyazaki o al estudio Ghibli.
krollian
Excelente apunte el de El Blog Ausente:
http://absencito.blogspot.com.es/2012/03/heidi-franco-y-el-nacimiento-de-la.html
beatrizlume
¿52 capítulos duró la serie? ¿Sólo? Si a mí de pequeña me parecía que la serie tenía montones de temporadas y que era más larga que un día sin pan.
El problema de las reposiciones, que no percibes bien el espacio-tiempo... XD
fandeseries12
¡Me encantaba la serie! Y sí, daban muchas ganas de comerse en pan con queso.
Hay algunos detalles que a día de hoy se actuaría de otro modo:
Me acuerdo de los capítulos que el abuelo no quería que Heidi fuese a la escuela, que las del pueblo (que, efectivamente eran unas cotillas), mandan al cura para convencerle. A día de hoy habrían mandado a los servicios sociales y le habrían quitado la custodia.
Cuando regresa de Frankfurt, finalmente decide llevarla a la escuela, y repara una casa abandonada del pueblo para poder vivir allí durante el invierno (¿A día de hoy no serían okupas?)
Y, como comentario ridículo, los de la ley antitabaco habrían censurado las escenas en que el abuelo fumaba en pipa.
ulivedu
que bueno! precisamente ayer vi un capítulo por la mañana y estaba pensando en conseguir la serie completa :-D
ivic
Yo es una chorrada pero siempre de heidi recuerdo y odie cuando la cambiaron de voz,
creo recordar que es tambien cuando fue a frankfurt y la empezaron a llamar a adelaida, si alguien me explicara ese enigma de mi mente del porque narices la cambiaron de voz, jjjjj,
y una cosa que no me gusto de heidi cuando regreso de los alpes es que como todos que a copito de nieve, ya de adulta, ya no la hacia tanto caso como a su cachorro, pero eso es humano que los animales de pequeños nos encantan y luego crecen y se les hace menos caso, jjjjj, gran serie, siempre recomendable